miércoles, 20 de junio de 2018

Mensaje de Odio Disciplinador, Asesinato de Marielle Franco, 16 de Marzo 2018

Marielle Franco luchó por la defensa de la mujer y el fin de la violencia desde el Estado
Mensaje de odio disciplinador
Las pericias confirmaron que en la escena no hay rastros de robo y se especula que se trata de un asesinato político por las recientes denuncias que la concejal había realizado contra la militarización de Río de Janeiro y el ensañamiento contra los más vulnerables.
Marielle Franco, fotografiada en noviembre del año pasado en el Concejo Deliberante de Río.
Marielle Franco, fotografiada en noviembre del año pasado en el Concejo Deliberante de Río. 
Imagen: EFE
La muerte de Marielle Franco entristece y alerta a toda una población que su figura representaba estando viva y sigue representando ahora, tras esta muerte violenta. Era popularmente conocida como la joven concejal de Río de Janeiro que había recibido 50.000 votos en las últimas elecciones y era una esperanza política de muchos y muchas. La mujer de 39 años, miembro del partido brasileño Partido Socialismo y Libertad (PSOL), fue acribillada desde otro vehículo mientras volvía de regreso de la actividad comunitaria en el Barrio de Lapa, en pleno centro.
Ayer sus restos fueron velados en la Cámara Municipal donde ella misma trabajaba. Luego su cuerpo fue trasladado al Cementerio de Inhuma con sus familiares más próximos, mientras una multitud de personas sigue despidiéndose, exigiendo justicia y reuniendo mas potencia política contra la intervención militar en la ciudad que ha dejado un saldo de 157 asesinatos sin piedad solo este último año, el mayor número registrado en los últimos quince años.
No caben dudas que se trata de un asesinato político. Las pericias confirmaron que en la escena no hay rastros de intención de robo y se especula que se trata de un disciplinamiento por las recientes denuncias que como Presidenta de la Comisión de la Defensa de la Mujer había realizado la última semana, en el barrio de Acari, en Rio. Entre sus últimas declaraciones se cuenta el siguiente tweet que hacía referencia al asesinato brutal de un chico en manos de las fuerzas de seguridad: “Un homicidio más de un joven que se suma a la cuenta de la Policía Militar. Matheus Melo estaba saliendo de la iglesia. Cuantos más precisan morir para que esta guerra acabe?” En efecto, la concejala, desde su este lugar, ya venía denunciando la violencia policial y poco antes de morir se había pronunciado muy fuertemente contra la intervención del Ejército que ya cumple un mes en la ciudad.
Marielle Franco era una activista cercana a su comunidad, nacida en Maré, el mayor complejo de favelas de la ciudad. Obtuvo una beca completa para realizar sus estudios en Sociología en la Pontificia Universidad Católica (PUC), donde se graduó. Además de su carrera en sociología, había realizado una maestría en administración pública. A los 19 años fue madre de una niña, hecho que según muchas de sus declaraciones le ayudó a constituirse como una luchadora por los derechos de las mujeres y la concientización de los embarazos adolescentes. El asesinato de una amiga suya por una bala perdido también fue una marca que la llevó a dedicarse a la vida política. Franco fue una mujer afrodescendiente feminista de izquierdas comprometida y abocada desde muy joven a desmantelar las redes de tráfico de armas y la violencia que azota especialmente a niñxs y mujeres empobrecidas y racializadas.
Estaba en pareja con Mónica, su amor desde hacía diez años, era solo conocida por allegados y un poco más allá, aunque Franco muy recientemente se había declarado públicamente como bisexual. Los diarios la presentan como lesbiana, palabra que no es tan sencilla de emitir cuando se trata de pretender una carrera política en el contexto brasileño. Su compañero de partido, en cambio, Jean Willys, conocido por sus grandes discursos contra Temer, es abiertamente gay desde sus comienzos políticos, ya que su participación del show televisivo Gran Hermano que fue el puntapié inicial de su popularidad. Pero para Franco, como mujer de base, la situación fue distinta. Según la activista lesbiana Luisa Tapajós, hacia pocos días había estado comentado en La Casa de las Negras que había sido muy difícil asumir su condición públicamente, no solo por los contextos religiosos donde mayormente se movía sino por las lógicas masculinizadas de los partidos políticos que impedían hacer este tipo de reivindicaciones.
Por su parte, desde el velatorio multitudinario, la psicóloga ambientalista, feminista y poeta Luisa Tapajós informó a PáginaI12 que un cordón de mujeres negras recibieron el féretro en un acto tan espontáneo como conmovedor, al grito de ¡Marielle presente! “Era una mujer que amaba a las mujeres, feminista negra y combativa. Una mujer de movimiento y en su movimiento seguimos: en las jornadas del día de la visibilidad lésbica, Marielle se acercó a conocernos y participar de las actividades que habíamos programado. Allí dijo que estaba casada con Mónica,” contó Tapajós. Desde ese momento empezó a estar en contacto con el Frente de Lesbianas de Rio y nos invitó a su despacho para impulsar un proyecto de ley que oficialice el 29 de agosto como “día de la visibilidad lésbica”
En 14 meses de mandato, Marielle había presentado 13 proyectos de ley. Especialmente  la salud integral y reproductiva de las mujeres, que fue una de las causas mas trabajadas. Entre los proyectos que presentó en la Cámara Municipal incluía programas de  información para practicar abortos legales, informes sobre violencia de género de libre acceso o la construcción de espacios seguros como refugios para las víctimas de violencia sexista.
La ejecución de una líder feminista de esta envergadura en el marco de la avanzada neoliberal del continente, en donde el gatillo fácil es moneda de cambio y se instala como práctica política, en el mes de marzo donde miles y millones de mujeres gritamos vivas nos queremos, estremece por su carácter disciplinador. Y estremece por su mensaje de odio. Sin embargo, la resistencia activista persiste con más solidaridad y consciencia de las intersecciones de género, clase social y racialización.

La libertad no se importa, Entrevista a Angela Davis, 13 de octubre 2017

A la vista
La libertad no se importa
SOY conversó con Angela Davis, que llegó a Barcelona para presentar su libro La libertad es una batalla constante en plena discusión sobre el Reférendum de Cataluña. La histórica líder de los derechos civiles de los afroamericanos reconoció no conocer en profundidad la coyuntura española, pero luego de la brutal represión policial en las calles expresó algo que a la Argentina debería sonarle actual y familiar: “Con esas imágenes sólo puedo pensar en el pasado, que vuelve a alzar su cabeza más espantosa”.
Angela Davis vino a Barcelona justo en el momento en que se disputan, españoles y catalanes, la posibilidad de la independencia catalana del Estado y Reino de España. En los balcones no sólo cuelgan banderas, y se escuchan cacerolas todos los días a las 22 por el derecho a la autodeterminación y en contra de la represión, sino que al aire están todos los trapitos de la historia española reciente.
La Pantera Negra llega y como una pop star se agotan todas las entradas para escucharla en menos de dos horas. Agregan entradas para verla por streaming, y también, en pocas horas ya no hay manera de ver su conferencia “¿Revolución o resistencia?”. Colectivos de afrodescendientes, negr*s, migrantes, sudacas y jóvenes euro blancos se agolpan en las puertas. La cola se convierte en una fiesta de encuentro entre hermanas y compañeras que viven en otras partes del estado y de Europa, pero que han puesto en funcionamiento una ingeniería de complicidades para poder ser testigas. Soy tuvo la oportunidad de hablar de nuestras latitudes, de nuestras travestis indias, y ella de sonreírnos con una patita rota y erguirse esbelta ante miles y miles de cámaras. Toda su presentación ronda en torno a la necesidad de poner la lucha antirracista y anticolonial como base para cualquier transformación social. “Las revoluciones no se pueden importar ni en el espacio ni en el tiempo”, dice.
En tu libro La libertad es una batalla constante hablás de crear conexiones entre los diferentes movimientos para comprender el capitalismo actual.
-Es importante no solo entender las raíces de esa crisis y el rol del capitalismo, del capitalismo global en esa crisis, que crea desterritorializaciones masivas en todo el mundo, sino que es importante reconocer las relaciones entre la inmigración en Estados Unidos y la crisis de refugiados en Europa, muchas veces se asume que estos temas están separados pero están relacionados directamente a la historia de la colonización y de la esclavitud. Esto es uno de los desafíos de nuestro tiempo entender, esas relaciones y conexiones. Creo que la noción feminista de interseccionalidad, la cual ahora esta viajando por el mundo, es más efectiva cuando pensamos en las luchas interseccionales, por supuesto que se ha usado mucho más para pensar las interseccionalidades identitarias, pero creo que la metodología feminista nos ayuda a entender que todas las luchas por la justicia social están conectadas.
El 12 de octubre es el día nacional de España. Se celebra la conquista y genocidio de América. A unos kilómetros de acá hay un centro de detención de extranjeros. ¿Qué pensás de una sociedad que celebra el 12 de octubre?
-Lo primero que puedo decir es que ésta es una sociedad que necesita hacer mucho trabajo. Pero éste es un tema que está en proceso de debate, lo vinculado a estatuas de próceres esclavistas, efemérides de la colonización, etc, están ahora en discusión en muchas partes del mundo. Por ejemplo, ahora en muchas lugares de Estados Unidos el 12 de octubre ya no es el día de Colón sino el de los pueblos originarios. Por otro lado, con respecto a los centros de detenciones de refugiados e inmigrantes están en todo el mundo, en Sudáfrica, Australia, Sudamérica y ciertamente en USA. Cuando trabajas en cuestiones alrededor del sistema industrial de prisiones te das cuenta de que los centros de detenciones son lugares donde se crean muchas ganancias para el capital. El racismo está atado al capitalismo global y el racismo es usado específicamente para producir ganancias.
¿Hasta qué punto un discurso que no critique la supremacía blanca y el privilegio blanco puede producir una transformación social?
-Pienso que en el pasado Europa tuvo la oportunidad de cambiar eso, de dejar de apuntar hacia afuera, en otras zonas geográficas como Estados Unidos o Sudáfrica, como lugares donde existía el racismo. Puedo acordarme cuando yo misma estaba en la cárcel: las personas europeas que apoyaban la causa de mi liberación no querían hablar de racismo y se rehusaban a aceptar que había racismo en sus propios países. Hay países enteros que creen que no son racistas, que no tienen estos problemas. Este es un período en el que estaremos comprometidos a aceptar que se vienen tiempos muy racistas y de supremacía blanca. Y por lo tanto, no creo que ningún cambio progresista pueda suceder en ningún nivel sin cuestionar esto. Por ejemplo, si el feminismo no desafía también al racismo, será un feminismo sin éxito. Este es el tema de nuestros tiempos. Tiene que haber un cuestionamiento radical de la supremacía blanca. Por eso es importante el colectivo Black Lives Matter (las vidas negras importan). Aquellos que intentan argumentar que esta consigna significa, de algún modo, que otras vidas importan menos o están devaluadas, no es así. Significa que todas las vidas tienen valor. Alcanzar el universal desde lo particular. Si cada vida negra importa, de repente todas las vidas importan.
¿Cómo ve el hecho de que la derecha neoliberal esté ocupando el poder democráticamente? Macri en Argentina, pero también en Temer Brasil, o incluso aquí en España. Ayer hemos sido testigos de una inmensa manifestación donde gritaban la consigna “Viva Franco”. En Chile y Argentina, hay una constante persecución a los pueblos originarios.
-Sí, pero al mismo tiempo, por ejemplo, en Brasil el movimiento de resistencia está encabezado por mujeres negras o el movimiento indígena vinculado con el afrodescendiente que se reúnen por un mismo tema en común: la desterritorialización (la ocupación estatal o empresarial de tierras propias). Por un lado puedo argumentar que cuando las personas más oprimidas, más subyugadas, levantan la voz, el mundo tiene que oír. Siempre busco un sentido de esperanza. Parecen problemas muy locales y particulares, pero a gran escala todas las luchas indígenas juntas muestran esperanzas contra la colonización. La marginalización de personas indígenas en el mundo, la colonización y su continuo genocidio, y a pesar de esto, se paran y siguen haciendo frente. Veo señales y signos de esperanza. Si queremos salir de la situación que se nos impone en esta era, tenemos que mirar a estas personas que han sido las más subyugadas, esas comunidades de lucha, que se levantan y siguen su lucha. Por ejemplo, en Brasil, el poderoso movimiento de mujeres negras se ha vuelto la esperanza de Brasil. Como dice la activista intelectual negra Anna Julia Cooper, donde y cuando entra una mujer negra entra todo el mundo con ella.
Eso recuerda a Lohana Berkins, activista travesti argentina, que decía que si una travesti entra al sistema educativo es un cambio para su vida, pero si entran cien, cambia la vida de todo el mundo.
-Pienso que vamos a necesitar muchas formas de solidaridad y de estar con las personas que parecen minorías o han sido minorizadas a través del tiempo. Lo movimientos que parecen ser identitarios, y toda la noción de identidad que se ha usado para desacreditar el potencial democrático que conllevan, por ejemplo, el movimiento transgénero de Estados Unidos. A mí me parece movimientos importantes, porque están hablando en y a comunidades que sufren insistentemente la violencia. Con respecto a la mujeres trans negras tengo que decir que son las que más han sufrido violencia estatal, privada e íntima. Observando esas luchas nos damos vemos qué importante es desafiar el proceso de normalización en curso.
¿Y cómo nos levantamos todos los días para luchar?
-A veces me levanto y me rompo una pata. Hay días que cuestan más. Pero hay que pensar que antes que nosotras hubo gente soñando un futuro de libertad. Somos las materialización de los sueños de las luchas antiesclavistas. ¡Europa ya no es blanca!
La conferencia de Angela Davis, “Revolución o resistencia”, del día 9 de octubre en el Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona, se puede encontrar en la web.

Esposas Migrantes, 18 de agosto 2017

Esposas migrantes
Viviendo la experiencia de la burocracia y el lesboodio por las tierras de Lombroso, más presente que nunca. En Italia, todo más.
Desde Turin, Italia
Nuestra desilusión comienza antes de que pisemos el territorio. En rigor, una embajada ya es ese territorio del que somos y no somos: Italia. Habíamos leído una y otra vez la ley que reconoce la unión civil de personas del mismo sexo aprobada en 2016, unión civil sin derecho a adopción siquiera al hij* de tu pareja. Nos habíamos preparado con todo el papel y toda la pinta para formalizar. La señora burócrata que nos atiende en el pequeño escritorio de la calle Reconquista, con la lengua de la pizza y el pesto, nos dice que no. ¿Por qué? Pues porque no. No lo informan, pero existe la objeción de conciencia. Jueces y administradores de Estado pueden negarse a inscribir un derecho que se opone, supuestamente, al suyo de “libertad religiosa”, sin explicarte razones.
Flamante, una pareja hetero delante nuestro, celebra su unión mientras nosotras ojitos pintados y cabizbajas comemos sin hablar un menú ejecutivo para ambas. Tomamos igual el avión: somos conocidas por la persistencia deseante. Volamos dos, como con el menú, con una única ciudadanía italiana que implica una asimetría de derechos para circular, trabajar, alquilar, asistencia sanitaria y hasta comprar un celular. Por las dudas, certificamos nuestra pareja de hecho en una oficina de Lugano con Apostilla de La Haya que intentamos en vano registrar en Roma porque hay un problemita de sistema. Hay dos casilleros: F y M, no hay ninguno para F-F o M-M” ¡Oh Dios santísimo nos salve mucho menos una T! Y así nos despachan otra vez.
Llegamos directo a Turín, al norte tano, donde se supone que es un poco menos brutal. Penetramos directo en el meollo: somos sabuesas rastreando los orígenes positivistas de la criminalización lésbica: ¿Dónde? En el Archivo de Criminología de Cesare Lombroso. La culpa la tiene la tesis de María Moreno, esa que dice que tenemos que devolver a la ficción lo que fue coaptado por el discurso patológico. La mirada clínica de la directora del Archivo del Museo no omite su escándalo interno al oír la palabra lesbiana y se limita a vociferar “no capito”; como corolario explica a las jóvenes pasantes curiosas, mientras nosotras mirábamos con estupor las imágenes de las prostitutas de Mar del Plata que a principios del siglo veinte algún buchón le envió al viejo racista, que nosotras éramos dos investigadoras con diferencia jerárquica. La blonda, la profesora. La bruna, la estudiante. Pareja, jamás.
Pero no todo queda en el Museo. Siguiendo las pistas de cómo fue esta historia de bandidas sodomitas llegamos a la ciudad que vio nacer al conquistador homicida tirano. Colón, oriundo de Génova, nos recibe con su blanca estatua. Pedimos un vermut y con dedicación miramos los departamentos en alquiler por dos noches: la alegría se transforma en tedio. Un rechazo, otro y un tercer rechazo sin explicaciones. La presencia virtual, nuestra existencia, parecía tener efectos en los índices turísticos: ¡oleadas de entusiastas paseantes llenaban todos los alojamientos de repente! Cambiamos de estrategia, caminamos al tuntún con el sonido de las valijas de rueditas en busca de un hotel, “a la antigua” nos dijimos entusiastas. Frente al conserje, nuestros cuerpos eran escaneados y una calculadora invisible duplicaba el precio en euros.
Otra vez el bar, el decimocuarto café-cena, y los llamados telefónicos se cortan antes de tres palabras en un italiano dudoso. Por fin conseguimos un lugar, pero media hora antes de llegar al bendito techo de confort la dueña nos rechaza por sms con la explicación “No puedo manejar esta situación. Es demasiado para mí. Pónganse en mi lugar”. Casi a las 11 de la noche terminamos en una cadena de hotel que se publicita gay friendly que nos manda al último piso, contrafrente al fondo con desayuno pago, negado.
Salimos disparadas rumbo a la bella Florencia, en busca de finalmente un poquito de ese prometido amor bajo el sol de la Toscana, por supuesto paki, pero no importa. Y ahí estamos finalmente juntas, a las orillas del Arno, besándonos al son de un violín, cuando de repente un barullo cualquiera de la calle nos hace saltar y ponernos en posición de Kung Fu en combate. Un hombre se ríe, una señora mira con asco, otro nos ronda libidinoso, mientras un grupo de nipones nos observa como a estatuas del Palazzo Vecchio. Quedamos retratadas con caras desencajadas en sus álbumes de jubiladas. Falsa alarma. Sólo la contundente certeza de sentirnos con 17 años otra vez, ese miedo en el cuerpo, esa alerta constante que le llaman paranoia.
Hay que admitir la dificultad de llevar a la ficción lo que se impone como una realidad constante sobre el cuerpo. El lesboodio y el racismo funcionan como un régimen que se satisface con un ejército de civiles que atacan con lo que tienen a mano. No es sólo institucional, opera por goteo constante: mientras vas caminando y los ojos se posan con suerte entre las piernas o con odio sobre nuestra mirada distraída; cuando el señor de la trafic blanca te hace la famosa paseadita panorámica por la ciudad sin avisar; cuando en el bar sirven cerveza con patatines y maní a cualquier consumidor mientras que a nosotras a regañadientes nos da una botella cerrada, pago anticipado en la barra sin nada para picotear. Lesboodio y racismo se saludan hasta confundirse cuando nos tomamos un ómnibus a Milán, rumbo a la mítica Librería de Mujeres y el conductor bien rubio nos acomoda como en el transporte escolar. “Los sudamericanos adelante, así los puedo ver. Porque ustedes comen y ensucian todo.”
Fuimos a buscar los orígenes de la criminalización lésbica y nos encontramos. Nosotras mismas éramos el eslabón perdido de Lombroso.