domingo, 10 de agosto de 2014

Teatro para niñxs, reseña 8 de agosto

soy
VIERNES, 8 DE AGOSTO DE 2014

Teatro para niñxs

¿Se puede eludir el sexismo, el aburrimiento y los lugares comunes en el teatro infantil? Aquí, algunas propuestas.
Diferencias en colores
La variación al poder
“Antes de que existan los hombres y las mujeres, existían el rojo, el azul y el amarillo, de la mezcla surgió algo maravilloso: el arco iris.” Un tipo en zancos pronuncia las pocas palabras que se oirán en los 40 minutos de espectáculo, ahí nomás lxs niñxs hacen waaaauuu porque la luz blanca se descompone ante sus ojos en un prisma multicolor. Diferencias en colores, del colectivo Objetable Teatro, establece un mito de origen, desplaza a la costilla de Adán, fagocita al propio Cronos para ofrecer alimento fantástico –y sin masticar– a la imaginación infantil. Más de quince títeres se ponen al servicio del relato con metaforizaciones simples sobre variedades religiosas, corporales, raciales, económicas, sexuales. Negados al cliché y a la estética Disney, Cristina Solís y Maxi Alitieri, creadores e intérpretes del espectáculo, viajan a un tiempo posible donde las piezas infantiles redundan en una poética singular, sensible e inteligente, pero sobre todo a un tiempo donde no se subestiman los públicos.
Magdalena De Santo
El 17 de agosto realizarán una función en San Martín de los Andes en la sala Amankay del Centro Cotesma.

La familia, ante todo. Reseña 8 de agosto

soy
VIERNES, 8 DE AGOSTO DE 2014
LIBROS

La familia, ante todo

¡Mi familia es de otro mundo! (Uranito Editores) presenta una amplia gama de modelos familiares vigentes. Asume el riesgo de presentar la diversidad como un catálogo o como carta de inclusión.
 Por Magdalena de Santo
Mi familia es de otro mundo, de Cecilia Blanco con ilustraciones de Daniel Löwy, es uno de los libros que lanzó recientemente la editorial infantil Uranito. Allí, la autora presenta a distintos niños y niñas en contextos familiares presuntamente "no tradicionales". Desde las primeras páginas se vislumbran las buenas pretensiones del proyecto: reconocer y legitimar distintos modelos familiares.
Ni ahí se trata de ofrecerle a lxs niñxs opciones de socialización delirante o teletransportaciones amarillas. Por el contrario, es un muestreo ficcional de nuestras abrumadoras relaciones familiares existentes. Mi familia es de otro mundo funciona así como una mini-enciclopedia con el objetivo de brindar moralejas sobre familias adoptivas, homoparentales y monoparentales. Se muestran realidades tales como el divorcio hetero, la fertilización asistida hetero, de un huérfano de padre que quiere un perro, de un joven morocho adoptado por heteros, de una niña chino-argentina hija de heteros, y de una familia enredada -con tíos muy jóvenes o madrastras buenas, todos heteros-. Y la vida de dos papis gays.
Si bien su intento es desbaratar un único modelo familiar, en lo que se incurre es en un rejunte de supuestos distintos: un mosaico de "alteridades" que por sí mismas no parecen tener valor. El resultado es un salpicón de opuestos a la expectativa Ingalls, y sólo porque están todas juntas en la presunta marginalidad tiene alguna importancia nombrarlas. En ese efecto mosaico, el peligro no sólo es omitir infinitas realidades -trans, lésbicas, bisexuales, intersexuales, intergeneracionales, con corporalidades o capacidades diversas, familias ampliadas o simplemente pobres- sino además revitalizar la jerarquía que aspira derruir. El centro pervive como ideal y todxs lxs demás como devaluaciones nostálgicas que se acumulan para tener peso de libro. Una buena parte de la literatura para chicos ha dejado la voz para volverse altoparlante, bandera y trazar líneas duras. Incapaces de crear mundos, escribimos para nosotrxs mismxs alrededor de alguna culpa o miedo, o quizá por la propia pena de no ser un buen ejemplar de Caballito.