lunes, 16 de diciembre de 2013

Abortos a la diversidad: activismo artístico, estética sexual y política en Chile

Entrevista a la CUDS en el diario chileno El Ciudadano

Abortos a la diversidad: Activismo artístico, estética de lo sexual y política en Chile


feminismo en toma
Magdalena De Santo, se desempeña como investigadora y docente en el Instituto Universitario Nacional de Arte en Argentina. Es activista, dramaturga y performer. Realizó esta entrevista al Colectivo Universitario Chileno de Disidencia Sexual (CUDS) en Septiembre de 2013 en la ciudad de Buenos aires. La entrevista explora contingentemente las metodologías del colectivo, lo que permite comprender la política de sus intervenciones y performances. A partir de esto mismo, se interesa por las   problemáticas políticas y estética del feminismo y la disidencia sexual en Chile. En particular,  por la vinculación con la política del aborto como espacio crítico de resistencia y la performance-acción Para una vida mejor, dona por un aborto ilegal” que le costó a CUDS una demanda por asociación ilícita el año 2012.
El Colectivo Universitario por la Disidencia Sexual (CUDS) de Chile se dio a conocer en estas tierras rioplatenses por esas azarosas circulaciones de libros sin política editorial mercantilizada. Su compilación “Por un feminismo sin mujeres” cayó como del cielo y nos atravesó por su descaro, su impunidad, pero ante todo, por su apuesta sólida y situada que golpea la importación de saberes y el encantamiento que producen ciertos popes de la teoría queer. También, desde este lado del Atlántico vimos alucinadas las fotos de fetos punks y banderas naranjas flameando en el interior de la Catedral de Santiago. Ese feto tan tironeado, a veces borrado y otras con estatuto de persona, gracias a la CUDS, ahora viene a reclamar su derecho a no nacer.
Algunos integrantes de la CUDS, Cristian Cabello, Felipe Rivas y Jorge Díaz vinieron a Buenos Aires, se pusieron en diálogo con varios movimientos de activismo sexual universitario argentino: Micropolíticas de la Desobediencia Sexual en el Arte, Grupo de Teoría Queer, Antroposex y Debates contemporáneos de la Teoría Feminista. Intercambiamos videos, performances e investigaciones. Se pensaron las trayectorias colectivamente y caminado entre las calles finitas de San Telmo, entre empanadas y cerveza, mi grabador chino se atrevió a registrar algunas precisiones.
¿Qué es la CUDS?
Somos un colectivo universitario que esta repensado las cuestiones de representación política de la sexualidad contemporánea en un contexto conservador como Chile. No somos un grupo de personas con identidades sexuales particulares, sino un colectivo que interrumpe el imaginario sexual y neoliberal a través de ficciones e intervenciones. La emergencia del trabajo con la sexualidad disidente es muy importante en un contexto donde la política (homo)sexual siempre estuvo limitada por la lógica de los pactos y las negociaciones, de la “democracia en la medida de lo posible”, ese paradigma de los ‘90. Por eso cuando apareció la CUDS en 2002 nos resultaba extremadamente aburrido seguir haciendo lo mismo, continuar administrando el fracaso de la política homosexual chilena. Por eso nuestro activismo es situado, sin respeto y fuera de todo consenso.
¿Cómo trabajan?
Lo que hemos venido haciendo de manera muy desprejuiciada es buscar metodologías de activismo que nos resulten productivas, que nos afecten, nos impliquen y que disfrutemos. Entendemos el activismo como una práctica de placer.
Hemos establecido una relación entre práctica política, reflexión crítica y experimentalismo estético, confluyendo en el activismo artístico. Eso nos ha permitido salir de esa lógica programática de la política tradicional y abrirnos a una práctica más situada, no lineal ni partidista, aunque sí con un posicionamiento desde las izquierda(s) más críticas.
Eso ha sido muy enriquecedor para la CUDS: darse la posibilidad de no tener un programa e ir constantemente mutando de acuerdo a los contextos.
¿Cuál es la historia de la CUDS?
La CUDS parte de un espacio político que se armó en el contexto de algunos partidos de izquierda en el año 2001 que tenían como objetivo insertar las demandas de la diversidad sexual. Algunas personas empezamos a militar en ese espacio. Cuando se empezó a diluir decidimos armar un referente de activismo en la universidad que no existía en Chile.
Pasamos por el marxismo, el anarquismo, el discurso feminista, el queer, y la localización cuir, la resistencia a ese mismo discurso, los efectos colonialistas de la circulación de saberes Norte-Sur. Lo que sí ha habido siempre en la CUDS es un deseo de disidencia, un deseo de desobediencia sexual y representacional.
¿Cómo se posiciona la CUDS respecto de los movimientos gay locales?
El movimiento gay actual en Chile tiene una lógica extremadamente higiénica y blanca. En Chile la marcha gay tiene la categoría de desfile, ni siquiera tiene la politicidad de una marcha: es un paseo.
Por eso siempre nos ha parecido interesante intervenir también esos espacio de manera mucho más crítica y proponer temas como “el derecho a no nacer” (la irrupción del aborto en una manifestación gay), o “las rubias del bicentenario” (en relación con los festejos de los doscientos años de la independencia en chile).
El problema de la política actual gay es que lo único que le preocupa son los homosexuales. Por eso nosotros insistimos en hablar de disidencia sexual y no de diversidad sexual. Cuando el colectivo comenzó a posicionarse en la Disidencia Sexual y a densificar ese término como un lugar político, quisimos delimitar un campo de trabajo distinto: nuestro activismo no surge de una identidad sino del posicionamiento crítico a los poderes sexuales y económicos. No busca la integración, el respeto o la tolerancia, objetivos propios del discurso multiculturalista de la diversidad.
En Argentina el matrimonio igualitario fue aprobado en el 2010 ¿Cómo está el debate en chile?
El matrimonio igualitario y la unión civil son la hegemonía de la agenda gay mundial. No estamos en contra del matrimonio igualitario, porque el lugar del “en contra” ya está ocupado por los conservadores y reaccionarios. Mas bien, nos interesan otras cosas.
De todos modos es muy extraño que en Chile, habiendo un acuerdo generalizado con la Ley de unión civil desde los partidos políticos de izquierda hasta los de extrema derecha la ley no salga. Eso habla de la productividad electoral que tiene. Es la plusvalía gay. Lo gay tiene esa plusvalía actualmente, sirve electoralmente como la administración de una eterna promesa con la que todos están de acuerdo, pero que al mismo tiempo no presenta ninguna “urgencia”.
Para nosotros es muy importante ocupar el lugar del aborto, un lugar que es absolutamente abyecto dentro de la política gay y dentro de la política nacional misma. El lugar crítico hoy día para pensar la política sexual en Chile es el aborto. De alguna manera, hace sentido que la disidencia sexual y los nuevos feminismos estemos ocupados en esto, un asunto que puede ser viejo pero que tiene una posibilidad muy actual, posthumana, visual y ecográfica.
¿De qué se trata la campaña del aborto que están activando? ¿Cómo los modificó?
En nuestra campaña salimos a la calle a juntar dinero para financiar un aborto. Se intentó proponer una ficción en el espacio público chileno con una estética desobediente que emulaba una campaña de solidaridad, de esas tan asistenciales.
A partir de la campaña del aborto dejamos de ser coordinadora para pasar a ser colectivo porque agrupamos diferentes cuerpos: lesbianas, maricas, heterodisidentes, prostitutos, etc. Pero sobre todo fue importante dejar de ser coordinadora para borrar la criminalización de la policía que buscaba un grupo organizado con cabecillas: visibilizarnos así fue más que nada una estrategia política para prevenir la represión policial.
También a partir de nuestra campaña del aborto empezamos a realizar alianzas con grupos feministas y con otros activistas de corte más queer en Santiago. También ciertos académicos escribieron apoyando a la CUDS por el proceso de judicialización en el que estamos implicados todos los grupos que nos organizamos y participamos en la marcha “yo aborto el 25”.
¿Y cómo fue la recepción de la campaña? ¿Qué críticas recibieron?
Una crítica feminista tradicional a las estrategias que se utilizaron en la primera marcha por el aborto en Chile -que detonó en la irrupción anárquica a la Catedral de Santiago- es la utilización de un lenguaje no formalista. Por ejemplo, “I <3 aborto” entre las feministas tradicionales es un problema, porque para ellas hay que seguir trabajando en lo serio del lenguaje, desde una perspectiva ciudadana, como un problema de mucho sufrimiento que hay que abordarlo con cuidado. Eso es super peligroso porque estás reificando la figura de la víctima que es lo que intentamos cuestionar. El feminismo más tradicional sigue insistiendo en una lógica mucho más anuladora, tranquilizadora: bacheletista.
Sin embargo, la primera marcha por el aborto en Chile tuvo mucha convocatoria, justamente, a partir de los otros feminismos más lúdicos, con estéticas desbordadas que amplían las categorías de género, edad, raza, etc.
Magda De Santo
El Ciudadano

Taller de producción teatral en Tucumán



FIESTA PROVINCIAL DEL TEATRO

El trabajo invisible es un dolor de cabeza para las obras independientes

comenta
0
Compartir   
EXPERTA. De Santo dictó un taller. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
"El trabajo del productor ejecutivo es problemático en el teatro independiente, ya que el proceso creativo, movido por la energía en juego, va al quehacer por el quehacer mismo. Pocos se preguntan por qué están ahí, que los reúne o qué objetivos tienen con un proyecto", alertóMagdalena de Santo.

La teatrista dictó el taller "Dar cuenta del trabajo invisible: una caja de herramientas para la producción de espectáculos", como una actividad paralela de formación en la Fiesta Provincial del Teatro que concluyó ayer y cuyos premios se iban a conocer luego del cierre de esta edición, durante una celebración en la Casa del Bicentenario, de Adolfo de la Vega 505.

De Santo es licenciada en Filosofía; docente de la cátedra Organización, Producción y Espectáculos en el Instituto Universitario Nacional del Arte; es actriz, directora y productora independiente de teatro, y escribe en el suplemento Soy del diario Página 12.

A partir de su experiencia en esas múltiples actividades, reivindicó la importancia de una gestión profesional en la producción de espectáculos, que excede largamente el conseguir dinero para la realización de una obra y que abarca la planificación artística; la labor en equipo; la determinación de roles internos en los grupos; la definición y obtención de herramientas artísticas y técnicas, y las respuestas oportunas ante los problemas.

"Todo esto está mucho más claro en los proyectos comerciales, que buscan ganar plata, y en las propuestas desde lo estatal, porque su objetivo es la promoción de la cultura. Pero en lo independiente falta el momento de la reflexión previa y, durante la realización, surgen las fisuras y rispideces que desgastan y obligan a constantes negociaciones sobre las cuestiones que nadie quiere hacer, como desmontar una puesta, limpiar o incluso exigir el cumplimiento de los horarios", resaltó.

La docente defendió la importancia de que la formación del productor tenga una autonomía curricular en las escuelas de teatro: "no está la figura ni el concepto, por lo que no se forma al profesional en esta área, pese a que es un trabajo artístico como otros". "El cine, por ejemplo, lo tiene más claro, pero puede estar vinculado con los tiempos que maneja y con la postproducción de una película. En el teatro, todo es una constante que sucede para sostener la obra en representaciones en una sala", concluyó.

LOS FETOS VAN AL PARAISO

Crónica sonora del Encuentro Nacional de Mujeres en San Juan "Los Fetos van al Paraíso"


Rey por un dia. Nota 13 de diciembre

aquí

soy
VIERNES, 13 DE DICIEMBRE DE 2013

REY POR UN DIA

Domingo, dos de la tarde, el sol raja el pavimento de San Telmo. La cita a plena luz es en Tierra Violeta para participar del Taller Drag King, coordinado por Alba Pons Rabasa, la española, miembro de la asociación barcelonesa Interferències, que vino a traer un derrame viral de masculinidad paródica apostando a que cualquiera que experimente el taller, luego, siga por ese mal camino.

”Hazme tu King.” ¿El qué? “El King. Vístete de varón, ponte un paquete entre las piernas y fuma como macho. Ocupa el espacio. Todo ese lugar puede ser tuyo, abre bien las piernas, siéntate cómoda y deja caer el peso de los hombros. Hazme al tipo que tu imaginación rápidamente reconoce, ese que no te gusta, el esterotipo popularizado, el que tu cabeza dispone.” El heterochongo. La propuesta es ir a los polos, a los inexistentes ideales, a esa masculinidad esterotipada que no vemos burlar tan seguido en la tele pero que consumimos cual agua sin gasificar. Encarnar alguna masculinidad para autoevidenciarnos el proceso construido de nuestras feminidades.
Para la caída del sol habían nacido Ramiro, técnico de computación que juega all day a la play. Cacho, el barra brava. Julio, trans en proceso de reconocimiento. Edmundo, un bohemio. Mustafá, turco negociante. Kelo, rapero fuma charuto. Andrés, pintor de brocha gorda. Mario, gerente de un matadero. Félix, un pibe trans de 18 años bien metrosexual. Y otros músicos afeminados.
Un power point corre rápido, nadie está muy interesadx en pensar con la cabeza la performatividad de género, queremos del otro saber, del experiencial. Sin embargo, de golpe, la imagen de Diane Torr nos detiene la ansiedad. (¡Qué potencia tienen los mitos fundadores!) Los chismes cuentan que la Torr un día fue a la instalación de un amigo en Nueva York y uno de los actores que debían presentarse se ausentó inesperadamente. La artista, sin dudarlo, se clavó un bigotín y cubrió la carencia. Rauda, recibió los aplausos y salió a tomarse un taxi. Dicen que sin advertirlo llegó como Martin a otra muestra. A la suya. A la de Diane, que ya no era ella misma. En la muestra nadie la reconocía, sus amigas la trataban distinto y la horda snob coqueteaba con su King de mirada penetrante. Así, se instaló el Rey. Torr accede entonces a la primera máxima ontológica del King: la identidad es relacional.
Parece ser que Diane descubrió el efecto diferencial de ser tratada como varón y sintió la necesidad de estudiarlo en profundidad. Pasó horas mirando transeúntes, cual Lee Strasberg, hasta capitalizar todos aquellos movimientos que le permitieran armar el primer taller Drag King en 1989. Su técnica, básicamente teatral. Descomponer las acciones aprendidas (caminar, hablar, reír, sentarse, mirar, beber, comer) en unidades más pequeñas: tener conciencia de la distancia entre las piernas, amplitud de la boca, movimiento de cejas, velocidad de los brazos y todos aquellos signos culturales que conforman los géneros hegemónicos, esos que muestran que la masculinidad y la feminidad es cualquier cosa menos natural.
Está claro: actuar alguna masculinidad no nos convierte en varones. Estamos frente a una práctica voluntaria que no aspira a comprometerse con la complejidad real que implica transicionar a otro género. Se trata de sentir qué pasa con el cuerpo cuando el centro de la pelvis empuja, las curvas se pierden y la barba te tapa la mitad de la cara. Este es un taller, que si bien no es de teatro, lo toca con la punta de los dedos.
Y ya, luego de este cacho de teoría y algunos ejercicios básicos de integración, la materia prima se expone sobre la mesa. No sólo chalecos y camisas a rayitas celestes, sino delineadores negros, fajas, forros, algodón y tijeras. Nos lanzamos precipitadas sobre los elementos. En pocos segundos, casi todas estábamos en tetas para ayudarnos mutuamente a ocultarlas. Un flaco trans nos compartió una especie de sudaderas muy fuertes que él mismo había cosido. De varios talles y colores, estas fajas del primer mundo presionaban los pechos transpirados a triple costura. Vertiginosamente, desplazamos la protagonista delantera a la entrepierna: nos metimos un pene de algodón contenido en látex. Como aditivo, un par de medias para emular los testículos. El paquete nos queda pequeño. “¡Más grande! –nos incita Alba–, ¡más, más!” Y rellenamos los preservativos de algodón hasta que se acabó.
Ya todos travestidos, la española explica el maquillaje King. Primero, dibujar con delineador negro la específica barba. Hacerle un sombreado porque después hay que pegarle pelo con gomina, laca o pegamento. Corté trocitos muy muy pequeños de un mechón propio (evita irritaciones o alergias). Quiero ser prolija, pero la emoción me empuja al arrebato y meto toda la cara en el papel que sostenía milímetros de mi pelo en polvo. Atrás mío una se (des)identifica con sus padres, otra con su hermano. Yo en cambio, llena de bigote veo en el espejo a Mario Bross. Somos niños jugando a ser grandes, apareció mi King. Saluden a Mario.

De las Mechas. Entrevista a Liliana Paolinelli 3 de octubre


Aquí

soy
VIERNES, 4 DE OCTUBRE DE 2013            
ENTREVISTA

De las mechas


 Por Magdalena De Santo

El argumento resumido es más o menos así: en una Córdoba de hace quince años, Mecha (Claudia Cantero) le confiesa a su pareja, Ofelia (Mara Santucho), que esa misma mañana se acostó con Ana Laura (Carolina Solari). Aunque le promete abandonar a la amante, claudica por esas imposibilidades de elegir que padece la torta alfa, arrastrando a todos a lidiar con su propia incapacidad: ingresan los amantes a esta ruina de dos. Primero Ana Laura, el minón de Mecha (rubia tipo modelo de piernas largas) y luego Mario (Carlos Possentini) (macho municipal y desagradable golpeador que, aunque ande con su estuche de cuero bajo la axila, no paga ni el telo ni el vino). Los cruces entre los cuatro y una serie de eventos desafortunados arman el entramado ficcional.
El guión tiene un gesto radical: monólogos precisos con palabras poco cotidianas, chistes inteligentes en medio de la crisis de los siete años. Parodia de tratamiento severo, Amar es bendito se construye con variadas elipsis, primerísimos primeros planos y un vestuario ecléctico. Propuesta modesta con peripecia bizarra. Las primeras escenas nos anticipan un film intimista, casi teatral, pero luego todo se desmadra. El género se tuerce de la comedia romántica a una de robo y secuestros, hasta el dramón existencial con ecos absurdos.
En ella, conviven distintos tipos de lesbianas: la amiga ultra chongo de tímida cresta, la protagonista con enterito carpintero laburando entre chablones, la gordita bisexual feminizada mediante depilación prolija y vestidos de colores, la joven y bella objeto de disputa que se confunde en una construcción casi heterosexual.

Manos a la torta

Hablar con Liliana es un placer: tiene la tranquilidad de una estirpe que no es la de la negra atropellada que es una, es de esas mujeres que saben escuchar y hablar bajo. Capricorniana con altas llantas y delantera, no se inmuta ante mi grabador chino.

¿Cuándo hiciste la película?

–Mirá, la escribí hace un montón de años, en el ’99, la releí y me pareció que había algo potente. El rodaje duró cuatro semanas y unos días. La filmé el año pasado, con un aporte propio y después con la ayuda del Incaa.

¿Dirías que la película tiene algo de teatral?

–Bueno, eso algunos podrían considerarlo como un error, pero yo experimenté que cuando uno discute con una pareja y te estás peleando y saltan esas cosas tan horribles, uno sobreactúa, porque querés herir... Además se mueven todas las herramientas de la lógica, “me decís que no sabés si estás enamorada de ella, pero me decís que estás enamorada de mí”. La mente es un escenario de cosas, que en momentos de baja uno dice todo lo que se le ocurre. Y sí, es teatral.

Amar es bendito, ¿dirías, como leí por ahí, que es un triángulo de mujeres?

–No, la verdad que no. Es más fácil publicitarlo de esa manera, como estrategia de venta... bueno, no es fiel esa descripción. Digamos que es la historia de una ruptura de una relación entre dos mujeres, una relación de pareja, que se produce a raíz de la aparición de una tercera, pero en realidad todas las tensiones se dirimen entre la pareja. Hay dos personajes que son convocados por la pareja, se crea una ilusión de triángulo o de cuarteto, pero desde el principio hasta la última toma los conflictos son entre ellas dos.

¿Y por qué el título de la película?

–El amor está un poco idealizado en el título porque es algo a lo que no arriban ninguna de las dos protagonistas. Y queda el consuelo de que sin amor no se sufre tanto, es decir, la existencia del no amor es un poquito un resguardo... es un poco triste también. Lo de bendito es irónico también porque la película no tiene absolutamente nada de religioso.

Claro, a mí como espectadora me pasaba que no veía amor, veía sus ruinas. ¿Por eso no se dan besos en la boca, o por una cuestión de época, previa a la visibilidad que trajo el matrimonio?

–Bueno, la sanción del matrimonio igualitario no es que hace que de un día para otro las cosas vayan a cambiar. Pero además, pensando un poco esta observación tuya, el tema de los besos en las mejillas es algo que en los ensayos se dio así entre las actrices y me pareció muy natural. Si yo las hacía darse un beso en la boca o un piquito sentía que estaba forzando algo, que estaba ilustrando la relación de lesbianas. Además, esta pareja está en un momento muy poco sexual. Las parejas tienen momentos de remanso, no siempre hay juego, no siempre el beso en la boca es indicador de que hay amor. Muchas veces, con mi pareja o con otras parejas de mujeres, los besos son en la mejilla y eso no significa nada.

Acá viene lo más divertido: ¿quién te inspiró Mecha?

–¿Quién me inspiró Mecha? Bueno, una persona, la idiosincrasia de una persona muy cercana, una persona con la que estaba involucrada en un momento. Pero en el proceso de ficcionalizarla también se me mezcla con partes mías, de otras personas.

¿Y cómo la describirías?

–A mí me gustó cómo la describís vos (risas).

La torta alfa que no quiere perderse nada y encima sufre...

–De pronto esto del sufrimiento Mecha lo usa como excusa, pero después le pasa en serio. Lo que al principio es una excusa, una excusa machista, te diría, después es algo que se le va haciendo carne. Y termina de una forma ridícula... pero mejor no contemos el final.

¿Y el resto de los personajes?

–Y Ofelia termina haciendo un fundido encadenado, salta de una relación a otra, aunque queda dolida. Los otros dos son como los catalizadores, apuran el proceso que está haciendo la pareja. Son los personajes objeto, pero no hay que olvidar que los eligen ellas. A veces me cuestionan por ahí por qué que el personaje del hombre es tan malo... sobre todo, me lo dicen hombres (risas).

Cuando veía la peli, pensaba en eso, en la que se está metiendo...

–Bueno, más allá de que no es lo peor que pueda ser ese personaje (porque en definitiva no las mata), sí es desagradable. Pero no llega a extremos como los que vemos a diario en la televisión. Además no hay que olvidar que es elegido por Ofelia. Para mí no daba suavizarlo... si te ponés a complejizar, hay gente que es así; en todo caso, lo más complejo es la reacción de Ofelia, por qué lo sigue sosteniendo. Además es simpaticón, hay gente que disfruta viendo a Mario, disfruta bajo el amparo de la ficción, disfruta de ver un villano que tiene esas salidas.

Pensaba si Ofelia, con esa ingenuidad, es una cizañera hija de puta o es un gesto tuyo de autora...

–El dolor es un tema importante para mí; estar hecha bosta no te permite tener una mirada a la altura de lo que pasa. Pero no hay parodias de mí, yo no me burlo de los personajes, no ironizo con ellos, los personajes hablan en serio, con todas sus falencias. Las cegueras son de ellos. Con esto de definir los personajes yo tengo un problema. Porque los personajes cambian; en general pienso que los buenos personajes son los difíciles de definir.

Esas formas de vestir tan lésbicas de distintos tiempos, una parece un clásico de los ’80, otra parece la tortita moderna... ¿esa convivencia fue buscada?

–No lo hemos pensado como una forma de ilustrar distintos tipos de tortas, pero esa convivencia que ves se da así fuera de la ficción. Uno puede establecer un estudio sociológico para ver cómo van cambiando las tipologías, pero creo realmente que la sociología no sirve demasiado para construir ficción. La ficción tiene que conseguirse una voz que salga de esos carriles, de la cosa normativa. Porque la sociología cuenta una generalidad y para construir una ficción tenés que meterte con lo particular, en lo que te llama la atención.

¿Y estás en diálogo con otro cine gay nacional?

–No he visto, salvo algunas apariciones de personajes gays o con impulso gay, pero donde la trama de la película va por otro lado.
Amar es bendito se estrena el 10 de octubre en Buenos Aires.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Obama en cana. Nota 13 de septiembre

soy
VIERNES, 13 DE SEPTIEMBRE DE 2013

Obama en cana

Impossibility Now, un manifiesto audiovisual que circula por YouTube, es obra de Dean Spade, activista trans, fundador del colectivo Sylvia Rivera Project, que da asesoramiento gratuito a personas criminalizadas por género, clase y raza.

 Por Magdalena De Santo
En términos audiovisuales el video es sencillo: sobre el discurso textual de Dean Spade se montan imágenes alusivas. Por un lado, lo vemos hablando rápido por la calle, mientras distintas instituciones de encierro sirven como telón de fondo. Por otro lado, pero simultáneamente, se trafican imágenes fijas del capitalismo yanqui con gráficos que descubren la fachada integracionista que impulsa Barack Obama. La simpleza visual contrasta con los números de hambre, deportación, guerra y criminalizaciones varias.
El comunicado es poderoso y tiene el rostro de un varón trans que propone: detener las leyes anti-pandillas, desincriminar el trabajo sexual y el uso de drogas, detener a las fuerzas policiales, las agencias de inmigración y las leyes de multirreincidencia. Además, insiste en nuevas estrategias contra la violencia –por ejemplo, que no se reduzca a condenar con más violencia los crímenes de odio–, otro sistema de salud que no normalice cuerpos y alternativas a los sistemas alimentarios tan monopólicos como chatarra.
La activista Morganita, en uno de sus incontables fanzines, tradujo Sus leyes nunca nos harán más segurxs, del propio Dean Spade, donde expone en detalle cómo la sociedad yanqui soluciona sus problemas: en Norteamérica tienen al 5 por ciento de la población mundial encerrada. Sólo en ese país tienen al 25 por ciento de lxs prisonerxs del mundo y, entre ellos, más del 60 por ciento son personas de color. Esto es, la expulsión de ciertas personas sigue siendo la base para construir su blanquito mundo.
En este contexto desolador Spade pone en tela de juicio las campañas de derechos gays, lésbicos y bisexuales mejor financiadas y difundidas por el imperio. Para él, la Human Rights Campaign no sólo difunde “igualdad” e “integración” sino que trafica confianza generalizada en instituciones estatales que no dejan de ser centros de violencia racista, misógina, homofóbica y transfóbica: “Dicho marco solicita a las personas gays y lesbianas ser la nueva cara de la presunta equidad y liberalismo de los EE.UU., sentirse emocionados de pelear en sus guerras, moldeando nuestras vidas alrededor de sus normas de formación familiar y expandiendo sus códigos criminales en nuestros nombres”. La verdad parece tautológica porque “un policía es un policía”.

ASEXUALES: A la letra que faltaba. Nota de tapa 6 de septiembre

VIERNES, 6 DE SEPTIEMBRE DE 2013
soy

Preferiría no hacerlo

Tapa soyHacer deporte, comer sano y una vida sexual activa aparecen como ingredientes básicos en la receta contemporánea del bienestar y el éxito. Amor y buen sexo, matrimonio y consumado, vienen juntos o no vienen. Pasar el parte de con cuántxs “lo hiciste”, cuántas veces, o sufrir por lo que te está faltando es un trámite común a heterosexuales y al resto del mundo. Personas que no sienten atracción sexual siempre existieron, sólo que ahora deciden correrse del consultorio médico o psiquiátrico, y además conectarse. La asexualidad como factor aglutinante de una comunidad que exige su lugar en la sigla tiene una historia bastante breve. ¿Será un respiro disidente a la omnipresencia de lo sexual? o, al revés, ¿compulsión a seguir hablando de eso, aun cuando no pasa nada?

 Por Magdalena De Santo
Personas que no se tocan ni con un palo, parejas que duermen separadas, jóvenes que se aburren de las charlas sobre levantes, vírgenes que no les importa, gente que elige vivir su cuerpo como no disponible a la práctica sexual. Se aman, pueden soñar con hijxs, pueden ser seductorxs, eternamente enamoradxs, incluso onanistas, voyeuristas y fetichistas, todo eso, sí, pero sin ganas de intimar sexualmente con alguien. Así habitan en la omisión que les propicia el prefijo privativo “A” para retirarse del imperativo sexual. Se identifican como asexuales.
Facundo recuerda con pesar su salida del armario: “En la universidad cometí el error de decir que era virgen. Desde entonces llevé el estigma para ser el chiste fácil”. Quique, para no ser tildado de loser, tuvo relaciones sexuales sólo para cumplir con sus compromisos maritales. Pero no quería; básicamente tenía fiaca: “La sociedad entera va camino a la asexualidad”. Impulso evolucionista y raro. Quique amplía su reclamo cuando señala que “la medición de cualidad y calidad de las relaciones las proporciona el sexo y no debiera ser así”. De hecho es muy difícil distinguir pareja de amistad cuando no es el sexo el que impone los límites. Los varones parecen acordar que su rol de machos sexuales es una presión social demasiado pesada. Aunque también encontramos al asexual con discurso alfa. Sergio es “el más respetuoso con las mujeres porque no las trata para tener sexo”.
Entre las mujeres, el espectro va desde casos trágicos de solteras crónicas –las mal llamadas solteronas– hasta las más poliamorosas y alegres. Marta en su momento pensó que su inapetencia provenía de un posible lesbianismo mal encaminado, pero finalmente descubrió que quiere ser madre y tener pareja estable con un tipo, aunque le repele la idea de tener intimidad. Para explicar su experiencia recurre a la metáfora culinaria “podés no comer torta de chocolate porque estás a dieta o simplemente porque no te gusta”. Los discursos más festivos se acercan a la parafilia (experiencias de placer que no se centran en la cópula). Marina, una joven colombiana, mantiene varias relaciones sensuales simultáneamente y se hiperexcita mirando, escuchando, pero sin tocar. De personas trans e intersex asexuales, ni noticias.

Experiencia ameba

Aparentemente, la asexualidad como movimiento identitario surge con una tribu urbana japonesa, vinculada con chicos nipones herbívoros que formaron una subcultura hace menos de una década. Ellos declaraban su aversión por el trabajo y el sexo. En 2001, David Jay –un hombre fornido, estadounidense y nacido en los ’80– fundó AVEN (Asexual Visibility and Education Network), vendiendo remeras con slogans como “Asexualidad: ya no es más sólo para amebas”. Y en los últimos años, celebridades como Janeane Garofalo, Morrissey y Deerhunter se declararon públicamente asexuales. La asexualidad tiene ya los años suficientes como para haber creado sus propios estereotipos (como el protagonista de Doctor Who, por ejemplo).
La comunidad virtual AVEN es el sitio web oficial que los recoge (mejor dicho, acoge). Allí hay foros, salas de debate, videos, artículos, encuestas, iconografía –la bandera de franjas negra, gris, blanca y violeta– y una cantidad de consignas bien variadas. La página en su versión hispana (AVENes), revela que la mayoría de asexuales son mujeres inscriptas al nacer, con estudios universitarios, sin religión y que se consideran hétero sin sexo. ¿Serán una versión 2.0 de las feministas de los ’80 antisexo? Johanna Villamil, responsable de la plataforma virtual de habla hispana, sostiene que en la web conviven tres objetivos: “El primero es tener un lugar de encuentro para nosotros, donde podamos conocer a más personas y crecer como comunidad. El segundo es tener un espacio de educación para nosotros, los que nos rodean y para quienes estén interesados. Y la tercera es la visibilidad de nuestra comunidad hacia la sociedad”.
En las redes sociales también están presentes. En la comunidad “Soy asexual y qué” encontramos distintas estrategias discursivas; desde las más esencialistas: “No sufrí de abusos sexuales cuando chic@, tampoco ando decepcionad@ de las relaciones, nací así, soy así”. O las que se encuentran en casi todo activismo: “La asexualidad es la orientación sexual que más discriminación recibe, principalmente porque no es ni siquiera aceptada como algo real”. Acá, la típica lucha interna por quién sufre más también está presente. La ecuación del marginal se aminora con otras consignas más pedagógicas: “Ser asexual es la falta de interés, tu cuerpo funciona de la misma manera que el cuerpo de cualquier sexual, puede recibir placer con igual facilidad, pero lo que te hace asexual es que sencillamente no te interesa hacerlo”. O sea, parecen reconocer que los cuerpos son sexuados.
En todas las consignas subyace una crítica al paradigma psi que tan hondo caló en nuestra cultura. Es que la asexualidad dispara sobre el corazón mismo de la psicología, la psiquiatría, la sexología y las infinitas narrativas que prescriben el contenido de una vida sexual normal. No se trata de represión, dicen lxs asexuales, ni de fobia, ni de ninguna de las formas que toma el discurso patologizante. Tampoco un tipo de enfermedad mental o trastorno de deseo sexual hipoactivo (uno de los trastornos de enfermedad mental vinculado con la inapetencia sexual eventual que se les achaca). No son antisexo, dicen, no tienen revulsión, rechazo ni asco, menos que menos están guiados por una causa religiosa: no son célibes, aunque parezcan angelitos.
La teórica Eve Kosofsky Sedwick, en su célebre introducción de Epistemología del armario, reconoce la poca imaginación clasificatoria para entender la sexualidad. Así, de un tiempo a esta parte, la necesidad de utilizar etiquetas distintivas es una política propia del activismo multicolor, justamente para no quedarnos atrapadxs en un vacío de reconocimiento mutuo y dejar de dar por supuesto lo que la heterosexualidad enseña: la proliferación de categorías parece ser un hábito propio de nuestra era que, por su parte, el sistema capitalista bien sabe absorber.
En estos esfuerzos taxonómicos no sólo emergen asexuales sino una subdivisión interna entre dos grandes grupos: asexuales románticxs y arrománticxs. Entre lxs románticxs, existen asexuales bi-románticxs, homo–románticx y hétero-románticx, incluso también están con preferencias monógamas o poliamorosas. Llama profundamente la atención que utilicen el término “romántico” para aludir a la elección de su objeto de ternura. Los arrománticxs directamente no sienten ningún tipo de atracción sensual por nadie. Todo el abanico de preferencias se incluye en la A, pero nunca en la cama.

Dame la A, ¿te doy la A?

Las incesantes dudas emergen: si la atracción sexual no es necesariamente genital, ¿cómo es que hablan de inclinación romántica? ¿Acaso el deseo sensual y la excitación con algunas personas no sería también un tipo de inclinación sexual? Quizá la disputa radica en que “sexo” se dice de muchas maneras. Parece que la asexualidad es ante todo agenitalidad. Partidarios de maneras alternativas de hacer el amor –nunca mejor dicho–, lxs asexuales románticxs eligen variaciones y nuevos repertorios para las conductas eróticas que excluyen el uso de sus genitales.
Por otro lado, gran parte de las críticas hacia asexuales se comparten con las esgrimidas al colectivo lgtb. Hagamos la prueba y reemplacemos la asexualidad por otra identidad disidente. Por ejemplo, “si todos fueran asexuales, se acabaría la especie humana”. ¿No te suena? La máxima universal como criterio moral no hace otra cosa que tachar nuestra singularidad (mientras los kantianos se retuercen). También se oyen voces que pretenden desestabilizar la utilización de la categoría con comentarios autoevidentes tales como: “No sabés lo que te va a ocurrir en cinco años, no podés definirte ahora”. ¿Nunca te la dijeron? O la persuasiva: “No diste con la persona indicada. Si probaras conmigo, se te pasaría”, que no convencen ni al loro.
La genealogía de personas asexuales también coincide bastante con varios de los hitos gay. Morrissey, el cantante de The Smiths, es conocido por sus odas a los fracasos del amor. “Pretty Girls Make Graves” o “Will Never Marry” parecen dar cuenta tanto de su homoerotismo como de su dificultad para intimar. Ambas canciones bien podrían ser himnos asexuales. Otra de las figuras que los asexuales se apropian es, ni más ni menos, Andy Warhol. Si bien los biógrafos del rey del pop lo desmienten, el libro de Warhol Mi filosofía de la A a B y de B a A parece ser motivo de identificación asexual, ante todo, por cómo se vincula afectivamente sin contacto carnal hasta el paroxismo. La obsesión del artista por la belleza humana, la reconfiguración de modelos para amar, su voyerismo, son también estandartes del movimiento A. Ellxs, asexuales, reclaman su pertenencia en el colectivo de diversidad sexual, y no sólo como parte del largo etcétera que acompaña la sigla lgtb.

Activismo empieza con A

María Eugenia Martí es activista asexual, miembro del Programa Universitario de Diversidad Sexual de Rosario, profesora de Letras promiscua, pero en sus estudios: investiga en los campos de la lírica erótica, la comedia latina, género y políticas lingüísticas.

¿Qué es la asexualidad?

–Básicamente se relaciona con la ausencia de prácticas sexuales. Va desde la carencia absoluta de atracción sexual hasta formas varias de deseo que pueden no concretarse necesariamente en actos físicos, pero que no implican tampoco la inhibición o represión de las relaciones emocionales. Puede haber orientación romántica sin que haya deseo sexual. Existen otras formas de afectividad posibles. No creo que pueda existir una definición singular en cualquier formulación que implique al cuerpo, al deseo y desemboque en alguna forma de posición identitaria. La asexualidad está atravesada, justamente, por distintas gradaciones, variaciones y fugas que demuestran esa complejidad y movilidad. Tal vez lo más importante sea cierta negación a tomar como imperativo categórico la necesidad del sexo como aquello que hace a la vida “sana”.

A veces me resulta difícil entender la asexualidad porque no sé bien qué sexualidad es la que no se pone en juego. ¿Cómo es el deseo de una persona asexual? Además, ¿hay franela? ¿Caricias?

–Las formas de contacto o intercambio corporal posibles para las personas asexuales dependen de cada caso. No hay reglas universales. La afectividad siempre está presente, como puede estarlo el amor. Hay personas asexuales que forman pareja. Yo no tengo más que amores imaginarios. No puedo hablar por todos los asexuales, pero para mí el deseo opera de manera potencial. Una respuesta común a mi asexualidad es “no sabés lo que te perdés”. Sí lo sé. Alguna vez tuve una vida sexual. Pero me convertí en “Bartebly de la sexualidad”. No pasa por desconocimiento o incapacidad de placer. Pasa porque “preferiría no hacerlo”.

Pensaba también en el caso de mujeres jóvenes cuya asexualidad puede estar bien vista hasta que maduran y la obligatoriedad sexual y el imperativo reproductivo las acorrala. Pensaba en las tradicionales figuras de las personas célibes, solteronas, las frígidas, de los eunucos o castrados.

–Algunas de las denominaciones que mencionás refieren a constructos discursivos sociales, hasta cierto punto “monstruosos”, que operan como trasfondo de la concepción patologizante y discriminatoria de la asexualidad. Se trata de personajes que, por infringir los imperativos de una sexualidad reproductiva, normalizada y normativa, se entienden como fallos del sistema. Estos personajes son constructos discursivos, seres abyectos producidos por las concepciones cotidianas. Particularmente se asocia muchas veces a los sujetos femeninos no sexuales con las “mal cogidas”, las “frígidas”, las “histéricas”, denominaciones que responden a una estigmatización de la sexualidad femenina. Por no estar sujetas a prácticas sexuales productivas, se las considera una categoría inferior de sujetos.

¿Por qué te parece relevante que la asexualidad se reconozca como una identidad sexual? Vos mencionabas las marchas del orgullo en Los Angeles y NY, que ubican la A dentro de los largos etcéteras que acompañan la sigla. ¿En dónde radica la insistencia de estar incluidos? ¿Cuáles son los reclamos que se comparten con la comunidad?

–Todo reclamo de reconocimiento tiene que ver con un intento de construir una forma de legibilidad y legitimidad social que permita emerger del silenciamiento. En mi caso personal, la experiencia cotidiana de decirme asexual se relaciona con la irrealidad. La reacción invariable que obtengo cada vez que me pronuncio asexual es de incredulidad. Por eso suelo tratar de explicarlo mediante una equivalencia: andar por la vida diciendo “soy asexual” se siente como ir por la vida diciendo “soy un unicornio”. La asexualidad produce extrañamiento incluso para las personas que se identifican con sexualidades disidentes y están ajenas al discurso heteronormativo. Creo que pasa porque la ausencia de sexo en la vida de las personas suele ser adjudicada a diversas formas de una supuesta “represión”, explicada a partir de difusas razones patológicas o entendida simplemente como falla relacional. El problema tal vez sea que con la A se trata de una autoafirmación negativa, de un esfuerzo por visibilizar una ausencia.

¿La ausencia de sexo entendido como la pluma con la que se dibujan los casilleros?

–Las comunidades asexuales sólo tienen historia reciente, hasta donde sé, y su accionar apunta a romper el vacío y el silencio desde el cual se suele habitar la asexualidad, y a contrarrestar los discursos que la describen como enfermedad o deficiencia. Se asocian a otros movimientos de diversidad, creo, por constituirse como disidencia sexual. De todas maneras, pienso que es importante también tener en cuenta que la asexualidad reviste otra potencialidad política fundamental, ya que se puede plantear como forma de habitar el mundo que es resistente a las clasificaciones definitivas, que constantemente cuestiona las categorías inamovibles y absolutas de lo humano y que, al mismo tiempo, pone en evidencia las construcciones discursivas que crean al sexo como absoluto esencial de nuestra existencia.
Compartir: 
Twitter